TARARIQUETECRIS

No olvides agitar tu varita que hay un mundo que crear

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No olvides agitar tu varita que hay un mundo que crear

Hoy me apetecía hacer una reflexión personal en voz alta sobre la autonomía.

autonomía

No sé a ti, pero a mi, aunque sé que hay que dejarles crecer, te confieso que a veces me cuesta.

Cuando tienes un hijo, quieres que esté bien, que no le pase nada malo, que nadie le haga sentir mal, que sea felíz, que…

Sin querer, proyectas en él cómo te gustaría que fuese su vida basándote en todo lo que consideras que sería bueno o malo para él. 

Y entonces, empiezan a crecer y a crecer y hay que ir poco a poco soltando la cuerda para que cada vez sean más autónomos.

Y hay que ir dejándoles tomar sus propias decisiones en muchos aspectos y parece que tienes que saberlo TODO a cerca de ser padre. Mostrarte muy seguro de lo que hay que hacer y actuar con firmeza sabiendo en todo momento cómo hay que hacerlo…

Pero, la realidad es que vas aprendiendo sobre la marcha, con las alegrías de verle crecer, con las dudas de cómo lo estás haciendo, con el vértigo de si va a salir bien, con el nudo unas veces en el estómago, otras en el corazón cuando se cierra una etapa que más o menos ya tenías controlada y se abre otra llena de incertidumbres.

A veces te gustaría quitarle del camino todo lo que consideras peligroso y que no sufriera por nada, pero hay tantas piedras en el camino… y de todos modos, tiene derecho a ir creciendo y aprender a caer y levantarse igual que lo hemos aprendido nosotros. Y tiene que aprender a tomar sus propias decisiones y después de experimentar, decidir si eran correctas o quiere cambiarlas.

Porque serán SUS decisiones y SU vida, a la que tú puedes aportar, acompañar, estar ahí para ayudarle a levantarse cuando se caiga y también para celebrar sus victorias pero no puedes vivirla por él porque ES LA SUYA.

Cuando tenemos un hijo, es nuestro bebé, nuestro pequeño, al que cuidamos, alimentamos, educamos… y a veces, se nos olvida que son personas diferentes a nosotros, independientes, que no son de nuestra propiedad, que pueden tener pensamientos o gustos distintos a los nuestros y que tienen derecho a ser ellos mismos.

Y entonces entra el miedo a equivocarte como madre, a hacerlo mal, a fallar. Pero es ahí donde tienes que confiar en tu hijo y ayudarle en esa nueva etapa diciéndole que crees en él y que de alguna manera sigues ahí. Porque todo esto, forma parte del juego de ser padres.

Supongo que por todo eso y algunas cosas más es tan difícil soltar la cuerda y dejarles crecer y volar ¿no crees?

“Comenzarás a tocar el cielo, Juan, en el momento en que toques la velocidad perfecta. Y no es volar a mil millas por hora, o a un millón, o volar a la velocidad de la luz. Porque cualquier número es un límite, y la perfección no tiene límites. La velocidad perfecta, hijo mío, es estar ahí”.

Fragmento de Juan Salvador Gaviota (Richard Bach)

Foto de Iñaki Méndez @ignakovich

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